15 de noviembre de 2011

Carta abierta al 2011

Si es la primera vez que lee este blog, por favor, sírvase en leer el Aviso al lector http://bit.ly/qHr03L

Respetable año:

Necesito escribirle esto para desahogar tanto dolor que usted ha dejado a su paso. Por favor, comprenda. 

Debo reconocer que pensar en su inminente llegada me daba mucho miedo. El 2010 fue un año lleno de grandes satisfacciones para mi familia y para mí, pero también marcó el final de una etapa que apenas había comenzado a disfrutar un corto tiempo antes de que se instalara justo detrás de la aguja que marca el presente inmediato y que es imposible de frenar, por más fe o fuerza física que se tenga. Me alejaría de unas amigas que me querían como era y de un curso que aceptaba mis monerías como algo normal y hasta tierno. Me alejaba de unos profesores que me ayudaron a notar y apreciar el potencial que tenía para diversas cosas, y que yo llegué a querer como familia. 

Esperé su triste llegada sentada en una discoteca cualquiera de Medellín, elegida al azar por mi papá, junto a algunos buenos candidatos a ser olvidados o desahuciados por sus familiares. Parejas morrongas, ancianos, personas solitarias, mi hermano ebrio sin su mamá desnaturalizada, mi primo sin su familia disfuncional y rota... Yo no soy eso. La mayoría de mis conocidos me quieren o aprecian, aunque sea un poco. ¿Por qué me tocó a mí aquella escena tan deprimente? Con la limitada ayuda de la antena de televisión de mi celular viejo pude llevar la cuenta del tiempo que faltaba. Cuando sonaron las primeras notas del Himno Nacional,  y ante la mirada atónita de mi papá y algunos transeúntes, no pude evitar llorar. Sentí, por primera vez en mi (MUY) corta vida, que el tiempo se esfumaba. Alguien a sus 17 años no merece sentir eso. A esa edad, mucho piensan en el alcohol que se necesita para caer inconsciente. ¿Para qué adquirí conciencia del tiempo, si me iba a causar tanto daño meses después?

Usted puso en mi camino a dos personas de ojos verdes y caras horribles para destrozar el camino recto que traía. Sin una inyección de odio puro como antídoto a sus despiadadas acciones, tal vez estaría muerta por mis propias manos. Una de ellas puso un enorme peso sobre mis hombros. Una carga más pesada de la que cualquier estudiante pudiera cargar, por lo que mis piernas cedieron y tuve que interrumpir el camino para alcanzar mi sueño, por una décima que faltaba. La otra trató de llevarse algo que era (es) de lo más valioso para mí, con una estrategia que acaricia el fondo del agujero que Belcebú guarda para los que nunca quedan mal con nadie

Usted también ha hecho estragos conmigo. Antes de su llegada, mis ojeras no eran tan profundas, mi piel no estaba tan seca y yo no lloraba "sin razón" tan frecuentemente. De hecho, era una persona fuerte antes de su llegada. Ahora, enfermo con la brisa más ligera. Mi sonrisa se ve quebrada y falsa, porque faltan razones para mostrarla. Mi cabello se cae y no es por falta de cuidado. Mi postura empeora ante la tristeza y los dolores que me aquejan con frecuencia. Mis piernas no soportan mi peso, aunque ni siquiera es demasiado. Me siento sola y, al mismo tiempo, me molesta la presencia de personas en mi casa. Confío en mí, pero no en mi suerte ni en ninguna otra cosa.

Quedan 45 días para que usted también ocupe un lugar inaccesible en el tiempo. Déjeme decirle que contaré cada hora. Usted pudo haber robado mi paz, mi alegría y parte de mi futuro, pero le quedó grande robarme la fe. Aunque esté destruida, fea, descompuesta y ya no pueda solucionar problemas simples con la misma agilidad de antes, tenga la certeza de que me volveré a levantar. A usted le quedan 45 días. A mí, los que Dios disponga. Tengo la esperanza de que el mañana será diferente. Aquellos flagelantes verán crecer acianos entre mis cicatrices. Los hipócritas llorarán de vergüenza. Usted se irá al olvido entre muchos recuerdos que es inútil conservar y será reemplazado por miles de sonrisas que traerá el futuro; ese que construiré con mis manos y estará vestido de fiesta para verme devorar el mundo.

¡Nos vemos en el infierno!